PRESUPOSICIONES EN LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA
(Hipótesis sobre el género literario)
JOSÉ ROMERA CASTILLO
Gonzalo de Berceo, escritor y preste. Para Berceo la creación
literaria y la labor de apostolado son dos actividades que se separan entre si
y se armonizan sutilmente. Actividades que adquieren un grado alto de
parentesco al implicar una estrecha analogía entre el acto de escritura y el
acto de predicación. Su quehacer de presbítero es, fecundado por su espíritu
creador. Los hechos y problemas de su mundo profesional constituyen una rica
reserva de la que extrae los materiales con los que construye su obra
literaria. Como clérigo utiliza textos de la tradición culta; como escritor
los manipula y recrea; y como sacerdote, hic et nunc, les asigna una función
religiosa y docente. Con el fin siempre de convertir la palabra -ya sea en la
predicación o en la escritura- en acto perlucotorio. [...] Berceo al emplear un discurso de un yo a un vosotros está
realizando un acto individual de utilización de la lengua, una enunciacíón.
Esto es, un acto de habla, por enmarcarse en una situación de comunicación como
demuestran las marcas que en el lenguaje se inscriben por el hecho de ser
usado. La teoría de los speech acts es una rama de la lingüística actual
que, partiendo del valor performativo de ciertos enunciados propuesto por
Austin y la subjetividad en el lenguaje de Benveniste, se ha ido desarrollando
sobre los actos del lenguaje usual. Su radio de acción a la literatura ha sido
poco estudiado hasta el momento. Algunos de sus postulados, sin embargo,
creemos que pueden ser aplicados como intentaremos demostrar. Austin distingue tres dimensiones en el acto de habla: la
locutoria (conjunto de procesos psico-fisicos necesarios para enunciar una
frase), la ilocutoria (actividad social que se realiza al enunciarla) y la
perlocutoria (reacciones que se pretenden lograr en el alocutor). Lo ilocutorio
es la actividad que se hace al hablar (afirmar, ordenar, negar, preguntar,
etc.) dentro de unas circunstancias determinadas, según han establecido
filósofos del lenguaje como J.R. Searle, P.F. Strawson o el citado Austin. En el terreno literario ¿no constituyen los géneros literarios
unos tipos de actos análogos a los actos ilocutorios del lenguaje estándar? La
comedia frente a la tragedia, lo bucólico frente a lo elegiaco, lo
autobiográfico frente a lo ficticio ¿no son paradigmas peculiares de actos
paralelos a la aseveración, la negación, el mandato, etc? Al igual que todo
discurso ordinario responde a diferentes tipos de actividad ilocutoria, todo
discurso literario es un sistema de tipos ilocutorios, es decir, se inserta
dentro de un género. Como los actos ilocutorios lingüísticos, los actos
ilocutorios literarios son el reflejo de situaciones de lenguaje reconocibles
por el lector al haber sido institutuidas por tal o cual comunidad en un tiempo
de-terminado. Todo acto implica ciertas condiciones, ciertas intenciones,
ciertos contextos, a los que se le asocia por convenciones sociales o
literarias. De la misma forma que una pregunta se hace para obtener del
interlocutor una información, al igual un género literario se define por los roles
que juegue y los empleos a los que se le asocie. De ahí que Richard Oh-mann ha
llegado a afirmar que «la literatura se puede definir como un discurso en el
que los actos en apariencia ilocutorios son hipotéticos. Alrededor de estos
actos, el lector, utilizando su conocimiento preciso de las reglas que
gobiernan los actos ilocutorios, construye los locutores y las circunstancias
hipotéticas -el mundo de ficción- que darán sentido a estos mismos actos». Los géneros literarios constituyen, en cada época, una clase de
código implícito a través del cual tanto las obras del pasado como las de más
reciente creación pueden ser recibidas y clasificadas por los lectores. Para
la definición exacta de género es necesario, según J. Tinianov, distinguir los
conceptos de forma (estructura inmanente de un texto) y función (la asignada a
esta estructura). Entre ambos conceptos no existe una relación isomorfa: una
misma forma puede tener distintas funciones y una función puede tener varias
formas. Hecho que Vladimir Propp expuso en su Morfología del cuento. Desde que Platón en la República (Libro Tercero, 392 c y d) hizo
la primera clasificación genérica (diegesis: presentación directa, habla el
poeta; mimesis: representación personificada; y un tipo mixto: al poeta y los
personajes se alternan como hablantes), pasando por Aristóteles, Quintiliano,
los renacentistas o los neoclásicos, la definición de género literario ha sido
eminentemente normativa. Fue Tomachevski, integrante del formalismo ruso, el
que inició la óptica descriptiva del mismo. El campo de Agramante de la
literatura se organiza en diferentes clases de obras que siguen unos
procedimientos constructivos (mise en ordre para Pierre Kohler o moldes según
Paul Van Tieghem) que son los rasgos dominantes que componen el género
literario al que la obra pertenece. El escritor, pese a las variables que pueda
introducir, asume el conjunto de convenciones y las íntegra en su proyecto
artístico. Esta poética de afinidad de funciones hace que el género literario
integre en su seno a obras con una serie convergente de procedimientos que
presentan peculiares variaciones en cada una de ellas. Estamos ante un modelo
estructural que se presenta en una época histórica dada al que el escritor se
atiene en mayor o menor medida siempre. Pero, como en todo acto de lenguaje, en el quehacer particular de
su acto de escritura el escritor tiene en cuenta una serie de presuposiciones.
El texto, en general, es como un iceberg. La parte que emerge está sustentada
por la base sumergida. Ducrot distingue dos modalidades en la implicitación
lingüística: lo implícito discursivo (implicitación basada en el contenido, en
la organización del enunciado o en el mismo hecho de la enunciación) y lo
implícito no discursivo (presuposiones de un enunciado que no pueden derivarse
del significado expuesto). Ducrot considera las presuposiciones como
componentes de la significación literal y producto de un tipo especial de acto
ilocutorio como es el de presuponer, paralelo a los de afirmar, negar, ordenar,
prometer, etc. Los generativistas discuten la tesis de Ducrot, pero en su
pormenorización no nos vamos a detener. En síntesis, podemos decir que las
presuposiciones tienen unos rasgos propios dentro del acto del habla: en
primer lugar, están ligadas al contexto; en segundo término, que algunas (las
semánticas, no las pragmáticas) pueden mantenerse en situaciones diversas; y
finalmente, cuanto más superficiales son menos necesarias, pasando, a veces,
de ser condiciones de empleo a ser significaciones añadidas, sublatentes, o si
se quiere complementarias, a la significación literal. Todo discurso debe cumplir dos condiciones: una, la ley del
progreso informativo (aportar progresivamente nuevas informaciones); y otra, la
ley de coherencia al parecer ciertos elementos regular y reiteradamente (el
concepto de isotopías que señalaba Greimas en su Semántica estructural). El
discurso literario se desarrolla (como el papiro de antaño) entre la innovación
y la redundancia, pero para evitar el enfrentamiento recurre a progresar por
me-dio de lo expuesto y a redundar por medio de lo presupuesto
fundamentalmente. P. F. Strawson afirma que todo enunciado tiene como fin
cumplir una serie de funciones, una de las cuales es la informativa. Para ello
el emisor debe conocer las presuposiciones que posee el receptor si quiere que
su mensaje tenga esa función informativa. El papel del receptor adquiere, así,
una relevancia manifiesta. la función de las presuposiciones del acto
lingüistico se establece como un pacto, todo lo sui generis que se quiera,
entre el lector y el autor literario. Información que se aparea con la
coherencia en el ámbito textual. Hecho que ha visto muy bien Teun van Dijk al
considerar la coherencia del texto como una forma de referente: lo que un sustrato
presupone lo presupone, de una manera directa o indirecta, acerca del contexto
en el que surge el lenguaje, el literario en este caso. La literatura, como acto de arte verbal teniendo en cuenta el
paradigma propuesto por Coseriu de sistema, norma y habla, constituiria la
totalidad de elementos de un sistema modelizante secundario, según Lotman y la
Escuela de Tartu, que forman lo que histórica-mente se conoce por conjunto de
obras que utilizan una modalidad del lenguaje literal (aquel que se cifra, frente
al usual, para ser reproducido en sus propios términos), el lenguaje literario.
La Poética será la encargada, desde un plano teórico, de dar cuenta y
explicación, basándose en los datos empíricos (las obras concretas), de un modo
sistemático, coherente y progresivo (hasta el momento más que una ciencia es
una disciplina que tiende a ser científica), de las constantes, que llamaban
los formalistas rusos la literaturidad (O Literaturnost). Los géneros
literarios serían parcelas de esa totalidad llamada literatura basados en unas
normas (o moldes normativos) constituidas sobre la base de unos procedimientos
o rasgos cuantitativa o cualitativamente dominantes que los escritores tienen
en cuenta a la hora de la producción literaria. y cada obra en concreto sería
el habla (en el sentido que los lingüistas dan al término) o praxis que un
autor realiza teniendo en cuenta los elementos normativos o sistemáticos con
mayor o menor consciencia. [...] Gonzalo de Berceo fue un reconocido autor de la Edad Media, consagrado
a la vida religiosa como monje en el famoso Monasterio de San Millán de
Cogolla, sito en el municipio homónimo, perteneciente a la Comunidad Autónoma
de La Rioja. Poeta y monje de destacada influencia durante la Edad Media Pasa a
la posteridad por ser el primer poeta de los tiempos medievales. Justamente por
esta doble actividad de religioso y escritor es que Berceo perteneció al grupo
denominado históricamente como mester de clerecía. CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA: Al mismo lo integraron los clérigos literatos que sobresalieron en
la producción de literatura medieval y que se caracterizaron por poseer: una
instrucción superior a la común de aquel tiempo y por presentar sus
producciones con una estructura métrica característica y denominada como cuaderna
vía que estaba conformada por una estrofa que contenía cuatro versos llamados
alejandrinos monorrimos; por el aporte en la difusión del latín; y por promover
una poesía erudita contracara de la poesía épica de aquellos tiempos. ORÍGENES, ESTUDIO Y EXPONENTE DEL GRUPO MESTERES DE CLERECÍA: Berceo nació en el año 1198 en un municipio español perteneciente
a la Ciudad Autónoma de La Rioja. Estudió en los llamados Estudios Generales,
que sería el antecedente más inmediato de las actuales universidades. Se
desempeñó como diácono, como presbítero y también como notario en el mencionado
monasterio creado por el eremita Millán. Un hermano suyo también supo ser
clérigo. De los mesteres de clerecía sin dudas fue su máximo representante
y el que mejor expresó al grupo. Se ocupó de depurar el idioma para hacerlo más
asequible a todos y además utilizó los recursos y fórmulas típicas de la
literatura oral. Sus obras abordaban temas religiosos, y estaban estructuradas
de modo muy didáctico para hacerlas sencillas de entender y para atraer al
pueblo a su lectura. También solía hacer uso de las moralejas para brindarles a
sus lectores una enseñanza. Sus creaciones buscaban entretener y brindar un mensaje
moralizante. Generalmente versaban sobre biografía de los santos, en especial
de aquellos a los que se les rendían culto en su monasterio, se contaba su
vida, sus milagros en vida y los que realizó tras su fallecimiento. Fallece
entre 1264 o 1268 en el Monasterio de San Millán de Cogolla.
Fuente
https://www.quien.net/gonzalo-de-berceo.php