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viernes, 15 de junio de 2018

PRESUPOSICIONES EN LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA
(Hipótesis sobre el género literario)
JOSÉ ROMERA CASTILLO

Gonzalo de Berceo, escritor y preste. Para Berceo la creación literaria y la labor de apostolado son dos actividades que se separan entre si y se armonizan sutilmente. Actividades que adquieren un grado alto de parentesco al implicar una estrecha analogía entre el acto de escritura y el acto de predicación. Su quehacer de presbítero es, fecundado por su espíritu creador. Los hechos y problemas de su mundo profesional constituyen una rica reserva de la que extrae los materiales con los que construye su obra literaria. Como clérigo utiliza textos de la tradición culta; como escritor los manipula y recrea; y como sacerdote, hic et nunc, les asigna una función religiosa y docente. Con el fin siempre de convertir la palabra -ya sea en la predicación o en la escritura- en acto perlucotorio. [...] Berceo al emplear un discurso de un yo a un vosotros está realizando un acto individual de utilización de la lengua, una enunciacíón. Esto es, un acto de habla, por enmarcarse en una situación de comunicación como demuestran las marcas que en el lenguaje se inscriben por el hecho de ser usado. La teoría de los speech acts es una rama de la lingüística actual que, partiendo del valor performativo de ciertos enunciados propuesto por Austin y la subjetividad en el lenguaje de Benveniste, se ha ido desarrollando sobre los actos del lenguaje usual. Su radio de acción a la literatura ha sido poco estudiado hasta el momento. Algunos de sus postulados, sin embargo, creemos que pueden ser aplicados como intentaremos demostrar. Austin distingue tres dimensiones en el acto de habla: la locutoria (conjunto de procesos psico-fisicos necesarios para enunciar una frase), la ilocutoria (actividad social que se realiza al enunciarla) y la perlocutoria (reacciones que se pretenden lograr en el alocutor). Lo ilocutorio es la actividad que se hace al hablar (afirmar, ordenar, negar, preguntar, etc.) dentro de unas circunstancias determinadas, según han establecido filósofos del lenguaje como J.R. Searle, P.F. Strawson o el citado Austin. En el terreno literario ¿no constituyen los géneros literarios unos tipos de actos análogos a los actos ilocutorios del lenguaje estándar? La comedia frente a la tragedia, lo bucólico frente a lo elegiaco, lo autobiográfico frente a lo ficticio ¿no son paradigmas peculiares de actos paralelos a la aseveración, la negación, el mandato, etc? Al igual que todo discurso ordinario responde a diferentes tipos de actividad ilocutoria, todo discurso literario es un sistema de tipos ilocutorios, es decir, se inserta dentro de un género. Como los actos ilocutorios lingüísticos, los actos ilocutorios literarios son el reflejo de situaciones de lenguaje reconocibles por el lector al haber sido institutuidas por tal o cual comunidad en un tiempo de-terminado. Todo acto implica ciertas condiciones, ciertas intenciones, ciertos contextos, a los que se le asocia por convenciones sociales o literarias. De la misma forma que una pregunta se hace para obtener del interlocutor una información, al igual un género literario se define por los roles que juegue y los empleos a los que se le asocie. De ahí que Richard Oh-mann ha llegado a afirmar que «la literatura se puede definir como un discurso en el que los actos en apariencia ilocutorios son hipotéticos. Alrededor de estos actos, el lector, utilizando su conocimiento preciso de las reglas que gobiernan los actos ilocutorios, construye los locutores y las circunstancias hipotéticas -el mundo de ficción- que darán sentido a estos mismos actos». Los géneros literarios constituyen, en cada época, una clase de código implícito a través del cual tanto las obras del pasado como las de más reciente creación pueden ser recibidas y clasificadas por los lectores. Para la definición exacta de género es necesario, según J. Tinianov, distinguir los conceptos de forma (estructura inmanente de un texto) y función (la asignada a esta estructura). Entre ambos conceptos no existe una relación isomorfa: una misma forma puede tener distintas funciones y una función puede tener varias formas. Hecho que Vladimir Propp expuso en su Morfología del cuento. Desde que Platón en la República (Libro Tercero, 392 c y d) hizo la primera clasificación genérica (diegesis: presentación directa, habla el poeta; mimesis: representación personificada; y un tipo mixto: al poeta y los personajes se alternan como hablantes), pasando por Aristóteles, Quintiliano, los renacentistas o los neoclásicos, la definición de género literario ha sido eminentemente normativa. Fue Tomachevski, integrante del formalismo ruso, el que inició la óptica descriptiva del mismo. El campo de Agramante de la literatura se organiza en diferentes clases de obras que siguen unos procedimientos constructivos (mise en ordre para Pierre Kohler o moldes según Paul Van Tieghem) que son los rasgos dominantes que componen el género literario al que la obra pertenece. El escritor, pese a las variables que pueda introducir, asume el conjunto de convenciones y las íntegra en su proyecto artístico. Esta poética de afinidad de funciones hace que el género literario integre en su seno a obras con una serie convergente de procedimientos que presentan peculiares variaciones en cada una de ellas. Estamos ante un modelo estructural que se presenta en una época histórica dada al que el escritor se atiene en mayor o menor medida siempre. Pero, como en todo acto de lenguaje, en el quehacer particular de su acto de escritura el escritor tiene en cuenta una serie de presuposiciones. El texto, en general, es como un iceberg. La parte que emerge está sustentada por la base sumergida. Ducrot distingue dos modalidades en la implicitación lingüística: lo implícito discursivo (implicitación basada en el contenido, en la organización del enunciado o en el mismo hecho de la enunciación) y lo implícito no discursivo (presuposiones de un enunciado que no pueden derivarse del significado expuesto). Ducrot considera las presuposiciones como componentes de la significación literal y producto de un tipo especial de acto ilocutorio como es el de presuponer, paralelo a los de afirmar, negar, ordenar, prometer, etc. Los generativistas discuten la tesis de Ducrot, pero en su pormenorización no nos vamos a detener. En síntesis, podemos decir que las presuposiciones tienen unos rasgos propios dentro del acto del habla: en primer lugar, están ligadas al contexto; en segundo término, que algunas (las semánticas, no las pragmáticas) pueden mantenerse en situaciones diversas; y finalmente, cuanto más superficiales son menos necesarias, pasando, a veces, de ser condiciones de empleo a ser significaciones añadidas, sublatentes, o si se quiere complementarias, a la significación literal. Todo discurso debe cumplir dos condiciones: una, la ley del progreso informativo (aportar progresivamente nuevas informaciones); y otra, la ley de coherencia al parecer ciertos elementos regular y reiteradamente (el concepto de isotopías que señalaba Greimas en su Semántica estructural). El discurso literario se desarrolla (como el papiro de antaño) entre la innovación y la redundancia, pero para evitar el enfrentamiento recurre a progresar por me-dio de lo expuesto y a redundar por medio de lo presupuesto fundamentalmente. P. F. Strawson afirma que todo enunciado tiene como fin cumplir una serie de funciones, una de las cuales es la informativa. Para ello el emisor debe conocer las presuposiciones que posee el receptor si quiere que su mensaje tenga esa función informativa. El papel del receptor adquiere, así, una relevancia manifiesta. la función de las presuposiciones del acto lingüistico se establece como un pacto, todo lo sui generis que se quiera, entre el lector y el autor literario. Información que se aparea con la coherencia en el ámbito textual. Hecho que ha visto muy bien Teun van Dijk al considerar la coherencia del texto como una forma de referente: lo que un sustrato presupone lo presupone, de una manera directa o indirecta, acerca del contexto en el que surge el lenguaje, el literario en este caso. La literatura, como acto de arte verbal teniendo en cuenta el paradigma propuesto por Coseriu de sistema, norma y habla, constituiria la totalidad de elementos de un sistema modelizante secundario, según Lotman y la Escuela de Tartu, que forman lo que histórica-mente se conoce por conjunto de obras que utilizan una modalidad del lenguaje literal (aquel que se cifra, frente al usual, para ser reproducido en sus propios términos), el lenguaje literario. La Poética será la encargada, desde un plano teórico, de dar cuenta y explicación, basándose en los datos empíricos (las obras concretas), de un modo sistemático, coherente y progresivo (hasta el momento más que una ciencia es una disciplina que tiende a ser científica), de las constantes, que llamaban los formalistas rusos la literaturidad (O Literaturnost). Los géneros literarios serían parcelas de esa totalidad llamada literatura basados en unas normas (o moldes normativos) constituidas sobre la base de unos procedimientos o rasgos cuantitativa o cualitativamente dominantes que los escritores tienen en cuenta a la hora de la producción literaria. y cada obra en concreto sería el habla (en el sentido que los lingüistas dan al término) o praxis que un autor realiza teniendo en cuenta los elementos normativos o sistemáticos con mayor o menor consciencia. [...] Gonzalo de Berceo fue un reconocido autor de la Edad Media, consagrado a la vida religiosa como monje en el famoso Monasterio de San Millán de Cogolla, sito en el municipio homónimo, perteneciente a la Comunidad Autónoma de La Rioja. Poeta y monje de destacada influencia durante la Edad Media Pasa a la posteridad por ser el primer poeta de los tiempos medievales. Justamente por esta doble actividad de religioso y escritor es que Berceo perteneció al grupo denominado históricamente como mester de clerecía. CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA: Al mismo lo integraron los clérigos literatos que sobresalieron en la producción de literatura medieval y que se caracterizaron por poseer: una instrucción superior a la común de aquel tiempo y por presentar sus producciones con una estructura métrica característica y denominada como cuaderna vía que estaba conformada por una estrofa que contenía cuatro versos llamados alejandrinos monorrimos; por el aporte en la difusión del latín; y por promover una poesía erudita contracara de la poesía épica de aquellos tiempos. ORÍGENES, ESTUDIO Y EXPONENTE DEL GRUPO MESTERES DE CLERECÍA: Berceo nació en el año 1198 en un municipio español perteneciente a la Ciudad Autónoma de La Rioja. Estudió en los llamados Estudios Generales, que sería el antecedente más inmediato de las actuales universidades. Se desempeñó como diácono, como presbítero y también como notario en el mencionado monasterio creado por el eremita Millán. Un hermano suyo también supo ser clérigo. De los mesteres de clerecía sin dudas fue su máximo representante y el que mejor expresó al grupo. Se ocupó de depurar el idioma para hacerlo más asequible a todos y además utilizó los recursos y fórmulas típicas de la literatura oral. Sus obras abordaban temas religiosos, y estaban estructuradas de modo muy didáctico para hacerlas sencillas de entender y para atraer al pueblo a su lectura. También solía hacer uso de las moralejas para brindarles a sus lectores una enseñanza. Sus creaciones buscaban entretener y brindar un mensaje moralizante. Generalmente versaban sobre biografía de los santos, en especial de aquellos a los que se les rendían culto en su monasterio, se contaba su vida, sus milagros en vida y los que realizó tras su fallecimiento. Fallece entre 1264 o 1268 en el Monasterio de San Millán de Cogolla.

Fuente https://www.quien.net/gonzalo-de-berceo.php

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